Hace unos días una amiga escribió en su blog un post sobre frases inverosímiles. Estoy guardando unas que me han dicho para que publique ella misma la segunda parte porque puedo asegurar que a raíz de su escrito le llegarán más historias para complementar las que ya contó.
Haciendo memoria de las frases recordé una cita inverosímil que, desde el día que leí su blog, me dieron ganas de contarles.
Hace unos seis años me contactó un chavo peruano por Internet. Hablé por teléfono con él dos que tres veces y siempre me pareció muy sensato en todo lo que me decía. Un día me invitó a salir y yo acepté. Me llamó un domingo en la tarde (¿domingo? que raro día para una cita, pero está bien. No tengo nada que hacer y aun es temprano, así que no le veo mayor problema, pensé). Pasó por mi puntual (buen punto). Cuando estuvo enfrente del edificio donde vivo me llamó para que bajara. Un Honda Accord color plata en buen estado (buen punto) estaba estacionado frente a mi casa. Me acerqué y pensé que se bajaría del carro para saludarme y abrirme la puerta, pero abrió por dentro (mmm, mal punto, pero... estamos sobre un eje vial, es probable que por eso no se haya bajado). Me subo al carro y tenía en el espacio para vasos ¡una lata de Tequila Mix! (tal vez sea de ayer, aunque basura es basura, mal punto).
Peruano: - ¿A dónde vamos?
Isabel: - No sé, como es domingo hay muchas cosas cerradas.
P: - Ok, vamos a Samborns. Hay uno aquí cerca, y tiene bar.
I: - Ok (¡A Samborns!, mal punto).
Tomamos camino para el Samborns y entonces... agarró la lata de Tequila Mix y le tomó, después... ¡me ofreció un trago!.
I: Este... no gracias (tarado).
Llegamos al Saborns. Ahora si se bajó y me abrió la puerta. La verdad es que con el shock de que me ofreció de su drink no me fijé en él. Entramos al bar y cuando me senté fue cuando pude concentrarme en su aspecto. Moreno y bajito, bastante feíto. Pero ahí no acaba la cosa, ¡nooooooooo!. Recuerdo tan bien como si hubiera sido ayer su atuendo, porque cuando me senté lo vi de abajo para arriba. Zapatos café, calcetín vino, pantalón de lona color hueso de pinzas, cinturón negro, playera negra y encima una camisa azul obscuro, desfajada, simulando mezclilla y en la mano llevaba una chamarra de parches de gamuza de diferentes tonalidades de gris con el cuello y la cintura tejidos (¡me lleva el carajo!).
Cuando llegó la mesera para tomar la orden:
P: - Traiganos un tequila doble para cada uno.
I: (¡¿Qué?!, ¡yo no quiero tequila!) - No, no, a mi tráigame un Vodka (si puede traer un somnífero, mejor) tonic.
P: Ok, eso y un tequila.
Terminandonos la copa (que me tomé cual si fuera agua) nos dice la mesera que ya van a cerrar (¡bendito sea Dios!, ¡ya que me lleve a mi casa!).
P: - Uy, no más hemos estado 20 minutos juntos.
I: (¿Tan poco?, ¡me lleva...!)
P: - Vámos al cine, ¿te parece bien?
I: - Si, vamos al cine (¡así se pasa el tiempo rápido, por más aburrida que esté la pelí, será mejor que platicar con este c... ¡Y el cine está cerca de mi casa!)
Nos subimos a su carro y toma camino para ir al cine, pero el camino no era para el cine que estaba cerca.
I: - Oye, el cine queda para el otro lado (estúpido)
P: - Es que vamos al Cinemark de Churubusco.
I: - ¡¿Por qué hasta allá?!
P: - Porque está cerca de mi casa y si no hay ninguna película que te lata en el cine podremos ir a mi casa a que escojas la que quieras porque tengo una colección muy grande.
I: (Ah, que ca... me resultaste) - No, hay varias que se me antojan. (Yolanda vive cerca de Cinemark, así que puedo correr a su casa si es necesario).
P: Ok.
Llegamos a Cinemark y se apresuró a comprar los boletos. Es más, ni me volteó a ver cuando los compró, ni preguntó, ni nada.
P: - Sólo había boletos para esta peli, que no se ve muy buena.
I: - ¡Qué bien! ¡Esa es la que más se me antojaba! (¡no tengo ni p... idea de cual es!)
P: - ¿En serio? Es de karatekas.
I. - Sí, ¡en serio!, me encantan las películas de karate (si son de Jackie Chan y esta no lo es buaaaa).
Entramos a la sala y, como era de esperarse, no había casi gente. Adelante de nosotros había una familia como de seis integrantes y más adelante una pareja de novios.
P: - Si te aburres me dices para ir a mi casa.
I: - Sí (¡como no!).
Comienza la proyección (¡ahora me la tengo que chutar completita!). Afortunadamente no estuvo tan pior, me entretuvo (cualquier cosa me hubiera entretenido en ese momento). Los primeros veinte minutos me estuvo preguntando si me estaba gustando la película que tan amablemente escogió para mí. Luego, se dio por vencido y me dejó verla sin volver a cruzar palabra conmigo.
Justo al momento en que empezaron los créditos del final, comenzó a oírse, por tooooda la sala de cine un extraño ruido, algo así como jgrjgrjgrjgr, o como pondrían en las caricaturas zzzzzzzz; la familia de adelante volteó hacia donde estábamos y la pareja hasta se paró para identificar de dónde venía semejante sonido. ¡El güey estaba roncando! (que ...che pena, carajo). En seguida me levanté (ahora es cuando pa fugarme), pero el fulano se despertó.
P: - ¿Quieres ir a cenar algo?
I: (¡Ni muerta!) - No, gracias. Es domingo y ya es tarde. Mañana hay que trabajar.
P: Ok, entonces te llevo a tu casa.
I: ¿Sabes? Aquí hay un sitio de taxis y puedo tomar uno. Tu ya estas cerca de tu casa.
P: No, ¿como crees?, faltaba más. Claro que no lo voy a permitir. Soy un caballero. (¡Si como no!)
Nos subimos a su carro, le tomó al Tequila Mix un trago y me volvió a ofrecer. Si hubiera traído otra lata, una nueva para mí, me cae que me la hubiera tomado a ver si así se me olvidaba lo que estaba pasando.
Tomó Calzada de Tlalpan y venía echo un cafre (seguro que también quiere terminar ya con esta pesadilla). Cambiaba de carril como loco y en una de esas le calcula mal y le pega con el retrovisor del lado derecho a una camioneta de mudanzas; el espejo salió volando y él ni se paró, sólo tuvo a bien mentarle la madre al de la mudanza que no tenía la culpa. Por un buen rato estuve oyendo su floridísimo vocabulario.
Llegué a mi casa, sana y salva, y cuando me bajo, sin esperar a que me abriera la puerta, me dice:
P: - ¡La pasé increíble! Espero que pronto se repita. (¡No me chin...!) [Lo peor fue ¡que su tono de voz era sincero!]
I: - ¡Adiós! (Salúdame a nunca vuelvas).
Afortunadamente el fulano se regresó a Perú. (¡Espero que no haya guardado mi teléfono por si un día regresa!)